Literatura latina en EEUU
Lo latino está de moda. En EEUU, los escritores cervantinos tienen cada vez más peso y su influencia crece día a día. Puede ser que falte alguno pero los aquí mencionados son probablemente de los más influyentes hoy día en el mercado latino norteamericano:
-Daniel Alarcón. (Perú). Residente desde niño en Estados Unidos, Alarcón ha encontrado la forma de conciliar historias que se desarrollan tanto en la tierra de donde viene, como en los Estados Unidos. Guerra en la penumbra, una colección de cuentos que se desarrollan en Lima o en Nueva York, con personajes que libran guerras sangrientas como la del terrorismo, pero también conflictos internos, como el de un hombre que piensa abandonar su país para no volver más.
-Edmundo Paz Soldán. (Bolivia). Uno de los autores que mejor promueve la literatura hispana y que vive desde hace muchos años en Estados Unidos. Sus libros suelen registrar el impacto de las nuevas tecnologías en las relaciones humanas, y la dualidad de quien vive entre dos culturas. La materia del deseo, una novela intensa sobre un profesor universitario que huye de un amor tormentoso con una estudiante.
-Jorge Ramos. (México)Uno de los rostros más respetados del periodismo hispano en Estados Unidos, ha investigado a fondo la realidad de la inmigración latina en su país de residencia. Su fuerte es el ensayo, pero últimamente incursionó en la literatura infantil con el libro Me parezco tanto a mi mamá. Una de sus mejores obras es La otra cara de América, un libro que retrata, a través de relatos verdaderos, la realidad de los inmigrantes ilegales que le han cambiado la cara al país más poderoso del mundo.
-Junot Díaz. (Rep.Dominicana-EEUU). Ha sido sólo el segundo hispano en recibir el prestigioso premio Pulitzer, gracias a su novela La breve y maravillosa vida de Oscar Wao.
-Juvenal Acosta. (México). Vive en Berkeley, California, y
escribe sin nostalgias sobre su nueva realidad. Heredero de la escuela
del Marqués de Sade y, entre los mexicanos, de Juan García Ponce, su
prosa es contundente y su elegancia y profundidad delatan su otro
oficio, el de poeta. Terciopelo violento,
que es la historia de un donjuán que se presume muerto después de que
su auto es hallado abandonado en San Francisco. Lo que viene después es
una trama cargada de erotismo y violencia.
-Ray Loriga. (España). Publicó su primera novela, Lo peor de todo, en 1992, y desde entonces ha llamado la atención su temática urbana, su pasión por la música y un estilo que lo emparenta con Kerouac, Bukowski y, en general, la generación Beatnik estadounidense. El hombre que inventó Manhattan, una novela interesante compuesta por varias pequeñas historias de locales e inmigrantes que pretenden pintar de cuerpo entero a Nueva York. El libro es acaso menos intenso que las primeras obras de Loriga, Lo peor de todo y Héroes, y que tomó inspiración de los años que el autor vivió en la Gran Manzana.
-Alberto Fuguet. (Chile). Uno de los escritores hispanos más famosos de los Estados Unidos, Fuguet fundó a mediados de los noventa el grupo McOndo (mezcla de McDonalds y Macondo, el pueblo de Cien años de soledad) integrado por escritores hispanos que se distanciaban abiertamente del realismo mágico que por décadas caracterizó a la literatura de la región. Objeto de críticas y halagos, Fuguet y compañía abrieron el debate sobre una nueva identidad, más urbana y cosmopolita, en la literatura hispana. Por favor, rebobinar. Aunque este libro se lanzó en 1998, sigue siendo una de las mejores obras del autor chileno. Esta novela entreteje varias historias protagonizadas por personajes contemporáneos, miembros de una generación que busca su identidad en una sociedad sitiada por el sexo, las drogas, el rock y el desconcierto.
-Antonio Orlando Rodríguez. (Cuba). Ganador del prestigioso Premio Alfaguara de Novela 2008, este escritor cubano lleva años escribiendo no sólo novelas sino también cuentos, literatura infantil y ensayo. Reside en Estados Unidos desde hace varios años, pero ha vivido también en Costa Rica y Colombia. Chiquita, la novela que le hizo merecer el Alfaguara. Escrita con una prosa elegante, este libro cuenta con las licencias de la ficción la vida de un personaje real: Espiridiona Cenda, una mujer cubana de principios del siglo XX que mide apenas 66 cm de alto. Su condición física y su fascinante personalidad le ofrecieron a Rodríguez un terreno fértil para desarrollar una historia que mantiene en vilo al lector hasta el final.
-Daniel Alarcón. (Perú). Residente desde niño en Estados Unidos, Alarcón ha encontrado la forma de conciliar historias que se desarrollan tanto en la tierra de donde viene, como en los Estados Unidos. Guerra en la penumbra, una colección de cuentos que se desarrollan en Lima o en Nueva York, con personajes que libran guerras sangrientas como la del terrorismo, pero también conflictos internos, como el de un hombre que piensa abandonar su país para no volver más.
-Edmundo Paz Soldán. (Bolivia). Uno de los autores que mejor promueve la literatura hispana y que vive desde hace muchos años en Estados Unidos. Sus libros suelen registrar el impacto de las nuevas tecnologías en las relaciones humanas, y la dualidad de quien vive entre dos culturas. La materia del deseo, una novela intensa sobre un profesor universitario que huye de un amor tormentoso con una estudiante.
-Jorge Ramos. (México)Uno de los rostros más respetados del periodismo hispano en Estados Unidos, ha investigado a fondo la realidad de la inmigración latina en su país de residencia. Su fuerte es el ensayo, pero últimamente incursionó en la literatura infantil con el libro Me parezco tanto a mi mamá. Una de sus mejores obras es La otra cara de América, un libro que retrata, a través de relatos verdaderos, la realidad de los inmigrantes ilegales que le han cambiado la cara al país más poderoso del mundo.
-Junot Díaz. (Rep.Dominicana-EEUU). Ha sido sólo el segundo hispano en recibir el prestigioso premio Pulitzer, gracias a su novela La breve y maravillosa vida de Oscar Wao.
-Ray Loriga. (España). Publicó su primera novela, Lo peor de todo, en 1992, y desde entonces ha llamado la atención su temática urbana, su pasión por la música y un estilo que lo emparenta con Kerouac, Bukowski y, en general, la generación Beatnik estadounidense. El hombre que inventó Manhattan, una novela interesante compuesta por varias pequeñas historias de locales e inmigrantes que pretenden pintar de cuerpo entero a Nueva York. El libro es acaso menos intenso que las primeras obras de Loriga, Lo peor de todo y Héroes, y que tomó inspiración de los años que el autor vivió en la Gran Manzana.
-Alberto Fuguet. (Chile). Uno de los escritores hispanos más famosos de los Estados Unidos, Fuguet fundó a mediados de los noventa el grupo McOndo (mezcla de McDonalds y Macondo, el pueblo de Cien años de soledad) integrado por escritores hispanos que se distanciaban abiertamente del realismo mágico que por décadas caracterizó a la literatura de la región. Objeto de críticas y halagos, Fuguet y compañía abrieron el debate sobre una nueva identidad, más urbana y cosmopolita, en la literatura hispana. Por favor, rebobinar. Aunque este libro se lanzó en 1998, sigue siendo una de las mejores obras del autor chileno. Esta novela entreteje varias historias protagonizadas por personajes contemporáneos, miembros de una generación que busca su identidad en una sociedad sitiada por el sexo, las drogas, el rock y el desconcierto.
-Antonio Orlando Rodríguez. (Cuba). Ganador del prestigioso Premio Alfaguara de Novela 2008, este escritor cubano lleva años escribiendo no sólo novelas sino también cuentos, literatura infantil y ensayo. Reside en Estados Unidos desde hace varios años, pero ha vivido también en Costa Rica y Colombia. Chiquita, la novela que le hizo merecer el Alfaguara. Escrita con una prosa elegante, este libro cuenta con las licencias de la ficción la vida de un personaje real: Espiridiona Cenda, una mujer cubana de principios del siglo XX que mide apenas 66 cm de alto. Su condición física y su fascinante personalidad le ofrecieron a Rodríguez un terreno fértil para desarrollar una historia que mantiene en vilo al lector hasta el final.
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