25 Aniversario del Fallecimiento de Manuel Rodríguez López
Os dejo mi pequeña aportación al homenaje que se hizo al escritor Manuel Rodriguez Lopez, gran poeta gallego, emigrante y obrero.
SENSACIONES
SENSACIONES
En
nuestro extenso refranero popular encontramos más saber encerrado
que en muchas de las mejores escuelas y universidades. Son, cómo a
mi me gusta llamarlas, lecciones de vida de bolsillo que, en mi caso,
fueron enseñadas desde el primer latido por mi madre y mi abuela.
“Sólo valoras algo cuando lo has perdido” ha sido siempre uno de
mis preferidos. Normalmente se aplica a situaciones afectivas o
elementos tangibles de nuestro día a día cómo un coche o un puesto
de trabajo pero yo siempre consideré esta frase desde un punto de
vista distinto: la morriña
a la tierra propia. El maestro Rodríguez López vivió gran parte de
su vida fuera de su Galicia natal y no por ello estoy seguro que
pasase un sólo minuto sin acordarse de ella. El intentar conseguir
un mejor futuro para si mismo y los suyos ha movido siempre a los
hombres a dejar sus raíces e intentar adentrarse en otras tierras y
culturas. Yo mismo soy un ejemplo más de ello. A pesar de nuestra
diferencia cronológica y espacial, he tenido la suerte de leer
algunos fragmentos de sus obras y no he podido evitar verme
identificado con sus sentimientos. Cambian fechas, lugares,
tradiciones y quizás la intensidad del color de la fotografía, que
pasa de un potente blanco y negro a un color intenso y nítido hecho
con una impresora láser multifunción de última generación, pero
lo que no cambia es lo que palpita debajo de cada palabra, línea o
párrafo escrita por él y que me suenan extremadamente reconocibles.
Al margen de patriotismos estériles, el lugar donde uno nace y da
sus primeros pasos llega a formar parte de su ser tanto como
cualquiera de las otras partes del cuerpo. Es un componente más de
tu esencia como persona y esa huella no desaparece jamás, aunque una
densa capa de polvo de kilómetros y olvido intente camuflarla.
Revisando su vida y obra queda demostrado que el maestro Rodríguez
López se paseo por ella con un ojo pendiente (o casi los dos) de su
querida Galicia. No me equivoco cuando afirmo que a buen seguro se
durmió muchas noches pensando en los verdes prados y bosques que
rodean la ruta del río Loio, en las vetustas paredes del Monasterio
de Santa María de Paraleda o los trozos de historia desenterrados de
los variados Castros que hay en sus alrededores. En mi cabeza varían
las imágenes y los lugares, pero no esa sensación de piel erizada y
lágrima reprimida cuando en cualquier noticiario, revista o
televisión alguien habla, en mi caso, de mi Málaga natal. No
pretendo dármelas de consagrado escritor cuando no soy más que un
aprendiz de juntaletras y tampoco está en mi cabeza el intentar
hacerme pasar por experto en la vida y obra de este genial escritor.
Es más, he de reconocer que hasta que participe en el concurso
literario que lleva su nombre, no tenía la fortuna de saber nada
sobre él o su legado. Y he aquí el milagro. Sin “su” concurso
ni yo mismo ni seguro que buena parte de los participantes en el
mismo habríamos tenido el placer de tropezarnos con sus maravillosas
obras y poemas. Gracias a ellos, aquellos que empezamos en este bello
oficio como es el de contador de historias tenemos la oportunidad de
encontrar modelos en los que basar nuestro trabajo, intentando
asimilar sus cualidades y hacerlas nuestras. Sin su ejemplo, muchos
de los Rodríguez López del mañana andaríamos perdidos y sin
rumbo, esperando que algo o alguien nos devolviese al camino de nosa
tierra.
De todo corazón, mil gracias por todo, Don Manuel.
http://manuelrodriguezlopez.org/es/page/25-aniversario-del-fallecimiento-de-manuel-rodriguez-lopez
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