Cervantes: Una deuda pendiente

Si hay algo que siempre se ha hecho bien en nuestro país es no honrar a sus hombres y mujeres más notables. Son muchos los poetas, escritores, pintores, científicos y demás personajes históricos de calado que no han recibido en España el respeto y admiración que se merecen en vida ni mucho menos tras su muerte. De todos ellos, uno de los casos más flagrantes es el del genial escritor Miguel de Cervantes Saavedra. Cervantes, retirado del ejercicio militar tras sus heridas en la batalla de Lepanto, llevó una vida extremadamente austera. Su exigua bolsa le impidió, al morir, ser enterrado en una tumba con nombre tal y como merecían sus méritos en letras y armas con lo que sus restos acabaron, según cuentan las habladurías populares, enterrados en una fosa común del convento de las trinitarias, en pleno barrio de las letras de Madrid. Ya en 2012 el siempre genial Pérez-Reverte se hacia eco de la noticia en su columna semanal de su página patente de corso (http://www.perezreverte.com/articulo/patentes-corso/712/la-tumba-olvidada/). Al olor de esta noticia algunas autoridades pusieron en marcha con más intenciones políticas que culturales un plan de búsqueda de los restos del genial escritor. La proximidad de elecciones hacía que fuese un buen rédito que explotar. Pasados los plebiscitos y tal como era de esperar, el plan se quedó guardado en algún cajón. Y así ha estado hasta que, en fechas recientes, a algún chupatintas con ansías de llegar a concejal, consejero o ministro se le ocurrido desempolvarlo. Supongo que las elecciones próximas poco tendrán que ver en el asunto y seguro que a sus ilustrísimas autoridades le mueve meramente el afán cultural. El caso es que, según una noticia que publica hoy la cadena ser, este sábado se ha reanudado la búsqueda de su tumba. Con diversos medios técnicos y sondas buscarán entre las distintas fosas para descartar aquellas en las que sea imposible que estén los restos del escritor más universal de la historia. Y es que, en este país donde se tiran millones de euros en aeropuertos, autopistas y demás zarandajas, gastar 100.000 euros en encontrar el cadáver de Cervantes y enterrarlo en un mausoleo digno es algo que no tiene cabida. ¿Se imaginan a Shakespeare en Inglaterra enterrado en una tumba desconocida? ¿O a Goethe, en Alemania, descansando para la eternidad con otros 30 o 40 infelices? No. Seguro que no. Ese tipo de cosas sólo suceden en nuestro amado país. Sólo espero y deseo que el equipo técnico que lleva a cabo los trabajos se ponga las pilas porque mucho me temo que, una vez que pasen las elecciones, el proyecto, como los huesos de Cervantes, volverán a dormir el ingrato sueño de los justos.

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